jueves, 17 de julio de 2008

PIZ BERNINA: “Arista Biancocraf”… Un sueño infinito.

Es imposible no prenderse de los encantos de esta arista una vez que la contemplamos desde la inmensidad que da la distancia, pues su afilada espina de nieve señalando al cielo azul, se antoja atractiva y atrayente.

Por su parte el pico que la posé, El Piz Bernina (4049m), aun no siendo uno de los cuatromiles más famosos, puede presumir de ser el más oriental de cuentos componen el macizo de los Alpes.

Es por ello que aquel que pretenda subir un cuatromil solitario y además tiene la idea de hacerlo por un lugar impresionante, no puede dejar de leer estas líneas, ya que en ella intentaré relatar las maravillas de esta actividad y los pormenores de la misma.

Es cierto que todo viajero en un momento de su vida vuelve a lugares que le impresionaron alguna vez, yo en mi corta vida como viajero de montañas, no he estado en muchos, pero si que por propia iniciativa volví cuando tuve la oportunidad a este rincón de Suiza, donde el buen ambiente, las líneas interesantes y la poca saturación, hacen de él un paraíso alpino.

Pues la primera vez que fui a Alpes, participando en el Stage estival del Game, hace tan solo 4 años, lo hice a esta zona, más concretamente al Refugio de Diavolezza, que desde su pedestal domina la cara norte los Piz Palü objetivo en aquel entonces.
Desde aquellos días recuerdo haber mirado al Bernina y soñar con cabalgar sobre su arista nevada y afilada.

Unos cuantos años más tarde, junto a mi amigo y compañero de aventuras Fran, tuve la oportunidad de volver a esta zona; veníamos de escalar la cara Norte del Piz Badile, y no me fue difícil convencer a un eufórico Fran para acercarnos hasta Pontresina a intentar la ascensión de esta joya blanca.

El día de descanso entre ambas ascensiones lo pasamos en la ciudad fronteriza, libre de impuestos, de Livigno, donde llenamos el depósito y comimos de restaurante por un precio notablemente más bajo que en las vecinas localidades suizas o italianas.

Ya al día siguiente, sin mucho tiempo para nada, pues las vacaciones son muy cortas, emprendimos la preciosa aproximación desde Pontresina, por el Val di Roseg, en dirección a la Cabaña Tschierva, en total unas 3h 30m. En las que disfrutamos de un camino surcado únicamente por carros tirados de caballos, que llevan a turistas menos andarines a restaurantes que se encuentran al fondo del valle aprovechando el magnífico paisaje.
Una vez superados estas últimas construcciones que humanizan un poco la zona y crean cierto impacto, el camino se vuelve más abrupto y bonito a medida que ascendemos, conduciéndonos por terrenos plagados de cascadas y bosques. Hasta que una cierta distancia después todo desaparece y el glaciar hace acto de presencia, dominando todo el valle, estamos ya cerca de la cabaña, la jornada toca su fin.

El día amanece pronto, así debe de ser, ya que la jornada es muy larga, cuando emprendemos el ascenso a las luces del frontal, una línea de luciérnagas ya nos abren el paso serpenteando por la ladera de la montaña.
Gracias a nuestra buena aclimatación, no tardamos mucho en adelantar a gran parte de nuestros antecesores e iniciamos la vía ferrata con tan solo una cordada por delante nuestra, en ningún momento lo tomamos como una carrera, ni mucho menos, pero a decir verdad gusta disfrutar de un poco de soledad en actividades de esta índole.

Esta ferrata como yo denomino, es una vía de escalada equipada con numerosos parabolts, argollas y asideros, de forma que perfectamente se puede progresar en ensamble, así lo hicimos nosotros y en poco tiempo superamos el farallón rocoso que da acceso al pie de la codiciada arista.

Los rayos mañaneros perfilaban la arista cuando la vimos por primera vez, haciendo de ella, una línea divisoria perfecta que a modo de cuchillo, invitaba a andar por la cuerda floja.
Desde nuestra posición no parecía muy empinada y las dificultades se limitaban a seguir una marcada traza que durante días se llevaba tallando, en esas estábamos cuando realmente nos dimos cuenta de que las pendientes eran más inclinadas de lo que habíamos juzgado, pero aun así todo marchaba sobre ruedas.

Nos costó recorrer ese tramo una hora aproximadamente, tras el cual, se presentaba ante nosotros lo que sería el tramo más técnico de toda la ascensión, unos 200 metros de arista rocosa sobre terreno mixto, escalada con piolets y crampones.

Estábamos en la cima !!!, tras unas cuantas horas de magnífica escalada, habíamos llegado al punto más alto de nuestro objetivo.

Como es natural, una vez arriba hemos de bajar, para ello decidimos emprender el descenso por lo que en realidad es la subida normal al Bernina.
Tras un tramo de arista, y unos rápeles equipados, nos encontramos en una gran pala con traza de subida que nos dirige a las proximidades del refugio Marco e Rosa, desde este nuestro objetivo es bajar hasta el glaciar del Morteratsch y llegar al Ref. Diavolezza, desde donde un telecabina nos devolverá al valle.

Esta empresa, cave decir de primeras, es un tanto larga y no exenta de peligros, es por ello que optar por ella, requiere ir a buen ritmo en la arista y de todas formas corremos el peligro de perder el último viaje del telecabina (ver horarios) y tener que pernoctar en el citado refugio o en la estación de la cabina.

La bajada hasta el glaciar, se produce por un riñón de roca que se sitúa a la derecha de los Palü según miramos a ellos de frente (ver mapa adjunto), en ella puede haber traza o no, pero debemos dirigirnos hacía una arista rocosa en la que realizaremos varios rápeles para descenderla.
De esta forma llegamos a unas nuevas planchas de nieve que iremos descendiendo hasta llegar al glaciar. Lo más difícil esta hecho, pues ya solo queda cruzar este y remontar los 300 o 400 metros de desnivel que nos separan del pedestal del refugio.

Si habéis sido rápidos incluso podréis tomaros una cerveza o refresco con unas vistas difíciles de olvidar. Si habéis ajustado, como nosotros, bajareis a celebrarlo en el pueblo. Y si por el contrario no os ha dado tiempo, también lo podréis celebrar viendo el atardecer sobre los Palü y recordando las horas que habéis estado cabalgando sobre el afilado horizonte de la Biancocraft.

Sin más, de espaldas a la montaña, escuchando el sonido que producen mis pisadas sobre el glaciar, guardo en mi memoria lo vivido, saboreando cada tramo de la escalada y deseando desde lo más profundo de mí, volver a ese lugar a disfrutar de nuevos encuentros.

Como dice un amigo mío, hasta la vista alpinistas!!!




Al lío!!!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien lo del blog, ya veo que va viento en popa...
Bueno como no os dejais ver el pelo... ¿Para cuando es ese SUPER-VIAJE?
Espero que nos veamos antes, aunque sea para despedirnos.
Zoraida

Anónimo dijo...

Plan de exterminio mundial.

patxi dijo...

No se llama Biancocraf sino"BIANCOGRAT"(Aristablanca).Saludos patxi