Muchas veces no valoramos en su justa medida estos buenos momentos, no reparamos en ellos hasta que, por circunstancias de la vida recurrimos a ellos superficialmente, como vía de escape, tema de conversación o añorando tiempos mejores que no supimos saborear.
Es casi comprensible, pues en esta sociedad el la que vivimos, lo efímero de la vida nos ciega y, apresuradamente, nos obligamos a comenzar una tarea sin haber terminado la anterior, o al menos, sin haber sacado todo el jugo a esta.
Es posible unir el L2 y el L3, dejando una tirada genial...
Tengo que confesar que a mi me pasa mucho, sobre todo en el trabajo, siempre me meto en diferentes cosas sin haber sacado el mayor provecho a la anterior, situación que me obliga a estar siempre agobiado por los plazos y con el gusto amargo de un café mal azucarado en la boca.
Estas líneas, que no vienen mucho a cuento, es casi un autoanálisis de los dos días que han pasado desde que volvimos de Alicante, aun no me había puesto tranquilamente a expresar, en breves líneas, lo acontecido durante las escaladas, los momentos de tensión, el miedo, la angustia y demás circunstancias que hacen especial cada salida, cada actividad.
Levante siempre nos trata bien, la climatología se alía con nosotros para que podamos aprovechar al máximo el tiempo de que disponemos, por ello, aunque en el resto de la península esté en alerta por lluvias e inundaciones, nosotros podemos disfrutar de altas temperaturas y buen sol.
El paso clave se encuentra en el L4...
Con esta situación, decidir donde vamos y que hacemos es nuestra mayor preocupación, por lo que si aproximamos a una zona para ver si hay hueco y abrir algo, pero no encontramos tajada y repetimos una buena ruta, pues no pasa nada, lo disfrutamos a muerte.
Y eso básicamente es lo que pasó con “La Mujer Lamprea”, taladro en mano y bien pertrechados, el Cabeço nos repelió con una leve llovizna y la pared de Tafarmaig no nos descubrió ninguna línea atractiva que nos motivase, así que escalamos esta magnífica ruta y despachamos el día a gusto.
Iñaki en los ultimos movimientos de la vía...
Cuatro largos equipados con chapas a buena distancia y de una dificultad moderada, nos ayudo a calentar motores, en previsión de un par de jornadas duras por delante, y nos puso en la senda de las rutas que poco a poco os iré descubriendo.
La buena comida de la casa de Iñaki y el descanso del guerrero hicieron el resto, para convertir este puente en unas vacaciones intensas, que necesariamente hay que saborear despacio y repetir deprisa.
Al lio!!!
1 comentario:
Hola Juanjo, cuánto tiempo!
David y yo también estuvimos por Levante esos días, qué pena no habernos visto!
Oye dále la enhorabuena a Javi, está echo una fiera, y tú sigue disfrutando como lo haces de cada momento, que es genial!!!
Un beso
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