De nuevo nos encontrábamos en el mismo recodo del macizo del Cabeço d´Or, donde pocos días antes conseguimos la apertura de “Amanece que no es poco”, de nuevo, con todos los aperos de escalar, incluyendo el pesado taladro Bosh con sus baterías y herramientas necesarias para instalar los expansivos, y sobre todo, de nuevo con las mismas ganas y motivación para emprender la apertura de “Raining in paradise” a la Peña d´l home.
150 metros de magníficos largos y pasajes verticales de dificultad mantenida, sin más equipamiento, que el justo y necesario para no matarse y pasar con cierta seguridad escalando en libre hablan de una ruta comprometida, abierta con la fuerza de la amistad, del empeño y del mano a mano entre mi amigo y compañero de cordada Iñaki y yo.
5 largos componen la ruta, de los cuales, únicamente el último se encuentra sin liberar y posiblemente su dificultad se encuentre en otra dimensión, la del octavo grado. Pero a decir verdad, es el más espectacular de todos, 15 metros de continua fisura desplomada, atlética y bien protegida para terminar con la sección más difícil, justo en el punto saliente de la visera.
Nos costó, bueno es decirlo, dos días de escalada completar la apertura de la ruta, interrumpido el primero, eso si, por una incesante lluvia que nos obligó a abandonar en la R3 y volver de nuevo días más tarde. De ahí el nombre de la ruta.
Con esta vía, completábamos una Semana Santa radiante y provechosa, donde los días de escalada se sucedían uno tras otro y bajo ningún concepto deseábamos que terminasen, pero las obligaciones esperaban y ahora semanas después, tan solo deseamos que estos días vuelvan de nuevo y otros horizontes descubran nuevos retos y aventuras donde desatar nuestra imaginación.
150 metros de magníficos largos y pasajes verticales de dificultad mantenida, sin más equipamiento, que el justo y necesario para no matarse y pasar con cierta seguridad escalando en libre hablan de una ruta comprometida, abierta con la fuerza de la amistad, del empeño y del mano a mano entre mi amigo y compañero de cordada Iñaki y yo.
5 largos componen la ruta, de los cuales, únicamente el último se encuentra sin liberar y posiblemente su dificultad se encuentre en otra dimensión, la del octavo grado. Pero a decir verdad, es el más espectacular de todos, 15 metros de continua fisura desplomada, atlética y bien protegida para terminar con la sección más difícil, justo en el punto saliente de la visera.
Nos costó, bueno es decirlo, dos días de escalada completar la apertura de la ruta, interrumpido el primero, eso si, por una incesante lluvia que nos obligó a abandonar en la R3 y volver de nuevo días más tarde. De ahí el nombre de la ruta.
Con esta vía, completábamos una Semana Santa radiante y provechosa, donde los días de escalada se sucedían uno tras otro y bajo ningún concepto deseábamos que terminasen, pero las obligaciones esperaban y ahora semanas después, tan solo deseamos que estos días vuelvan de nuevo y otros horizontes descubran nuevos retos y aventuras donde desatar nuestra imaginación.
P.D: El descenso es común a "Amanece que no es poco"
No hay comentarios:
Publicar un comentario