de la escalada, todo nuestro alrededor cambia de color, forma y planos.Así, entre otras cosas, los edificios se convierten en paredes que escalar y los viajes a cualquier rincón de la geografía, excusas para poder acariciar diferentes rocas.
Normalmente pasamos de escalar en un rocódromo a la roca natural en alguna escuela cercana, ese día será fundamental e inolvidable para nuestra adhesión a esta forma de vida nueva.
Tras varias visitas a nuestra zona habitual, el gusanillo comienza a picarnos en el estómago y decidimos buscar nuevos horizontes que lo apacigüen.
De esa forma el día menos esperado, nos enfrentamos con algún amigo del mundillo, a nuestra primera aventura seria, “mi primera pared”.
Las emociones, entre el miedo y la felicidad, se contradicen y nos provocan sentimientos difíciles de explicar.
Esa primera pared podría ser perfectamente la que proponemos en esta entrada, si es así, enhorabuena, es una buena elección.
Tras un fin de semana completo, entre los desplomes patoneros y las fisuras de esta zona de la Cabrera, decidimos hacer una escalada rápida y de grado moderado en el Pico de la Miel.
Dividimos el grupo en 3 cordadas y mi amigo Antoñito y yo nos vamos al “Espolón Manolín”, la vía más clásica de toda la zona.
La ruta en si, sin muchas complicaciones, se me antoja perfecta para el aprendizaje guiado de las técnicas de autoprotección y aseguramiento en pared.
6 largos de unos 30 m cada uno, semiequipados y con una gran diversidad de formas y agarres. Destacando sobre todo el muro del 4º largo asegurado por 3 chapas y de una magnífica calidad.
Aunque se de buena tinta que posiblemente es la vía más repetida de la zona y ya empieza a estar pulida, su recorrido es muy atractivo y aconsejable. Eso si, tras un aprendizaje correcto, ya que hay que ser aventurero pero no impudente.
Os dejo la reseña para que os sirva de referencia, ánimo y al lío!!!!
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