Pero, después de la tormenta siempre llega la calma y mi barco ha arribado a puerto cargado con fajos de motivación y buenas vibraciones, con ganas de compartir y vivenciar, de enseñar y aprender, de dar y recibir.
Los amigos siempre contribuyen a la causa, son la base de la vida, la familia que tú eliges, los que saben sacar lo mejor de ti y te apoyan en los momentos difíciles. Por ello cuando tengo la oportunidad de disfrutar de su compañía, en mi deporte, aunque no sea el suyo, y partimos juntos en busca de aventura a trazar sueños verticales, me siento afortunado, pues tengo la sensación de recompensar de alguna forma los esfuerzos que hacen por mi.
En esta ocasión ,al igual que la semana pasada, iba a escalar a Cabañas del Castillo, con algunos de mis mejores amigos, mis compañeros de piso en Cáceres, esos a los que tanto echo de menos aquí en Plasencia, Timón y Pumba para los del piso. Para Timón (Juanmi), era su primera actividad fuera de la deportiva y para Pumba (Pablo), se podría denominar, la vuelta a la motivación por a la roca.
Juntos escalamos todo el día, bajo el ligero frío que anuncia el principio del invierno, compartiendo sencillos momentos aliñados con risas, esfuerzos y perjurios. Disfrutando de la naturaleza y de sus bondades, más allá del simple deporte.
Seguro que volveremos a escalar juntos, pues se que están muy motivados por la verticalidad, pero seguro que no olvidarán la primera vez que escalaron en la Peña Buitrera.
En lo deportivo ascendimos la “Jayson” y la “Capitán Araña”, más un intento a una ruta desconocida, que finalizaba tras unos 20 metros y 5 paraboles, como por arte de magía. Me quedé a cuadros, ¿cuantas veces había supuesto saber que vía era esa? Y por un instante me sentí confuso, como si no supiese donde estaba.
Más tarde identifiqué el error y me puse tras la pista de la nueva línea de parabolts, a ver que averiguamos.
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