Ha pasado ya casi un año y aun recuerdo los momentos irrepetibles que vivimos en La Nariz del Capitán. Pared idolatrada desde nuestros comienzos y que aun hoy, y espero que muchos años más, forma parte de nuestros sueños místicos.
Vivir durante un mes en el Campo IV, compartir vivencias con gentes de todas las partes del mundo, escalar vías míticas o jugar a ser Bridwell, son cosas que solo se viven la primera vez.
Escalamos muchas otras vías, “Regular” en el Half Dome, “Lurking Fear”en el Capi y varias en otras muchas paredes del Valle, pero sin duda el punto álgido del viaje fue la ascensión de los más de 1000 metros del espolón elegantemente trazado que divide las dos caras del Cap.
Fue ante todo, la primera vez para muchas cosas, por ejemplo la primera salida a escalar fuera de España yo solo, como responsable de mi hermano pequeño con 18 años recién cumplidos, la primera vez que iba a EEUU con un inglés pésimo (aun sigue siendo igual de mano o peor), la primera vez que mi hermano hacía una pared de varios días y que yumareaba a más de un largo del suelo.
Tan solo disponíamos de un secreto, una buena técnica y seguridad, forjada a base de escalar mucho en nuestro querido granito de la Sierra de Gredos y una voluntad de hierro fruto de la unión de la cordada y el buen entendimiento.
Siempre he mantenido que Javi y yo nos complementamos en todos los aspectos, somos un equipo muy bueno y las carencias de uno son virtudes del otro.
El caso es que, con casi nada de experiencia nos plantamos en la base del gran muro, con un petate para 3 días y unas ganas locas de pasarlo bien escalado la pared soñada, la ruta elegida, esa que toda persona de este gremio gusta de escalar desde que conoce su existencia.
No madrugamos ningún día y tan solo en el primero nos pilló la noche llegando a las repisas del L13, el tiempo siempre estuvo de nuestro lado y las risas y las fuerzas también.
Así a estilo hormiguita, característico del artificial, fuimos ascendiendo poco a poco.
Nuestro segundo vivac lo hicimos en el Campo IV, debajo del gran techo y aunque es un poco incómodo pudimos descansar en terreno horizontal después de una jornada colgando del vacío. Para proseguir al día siguiente y desayunarnos ese bonito largo en media luna.
En poco tiempo más ascendimos hasta el Campo V y algo después del medio día al el VI, íbamos cogiendo soltura con los friends y los fisureros. Paramos para comer y decidimos quedarnos una noche más allí, pasar la tarde cocinando la gran cantidad de comida que nos quedaba y ver el anochecer desde nuestro improvisado balcón, intentado alargar un poco más esta preciosa escalada.
La mañana, como todos los días, nos pilló tarde, arrancando al saco unos minutos más de descanso, pero a medio día, estábamos de vuelta en el Campo IV, después de una bajada dura con el petate a cuesta.
Los últimos largos fueron sonrientes y jubilosos y no olvidaré esos últimos movimientos de Javi antes de abrazarme y disfrutar juntos de aquella cima nuestra.
Tan solo, después de tanto tiempo, escribo estas líneas para compartir nuestras experiencias y aportar algunas cosillas a los aventureros que naveguen por la red buscando algo del Valle, planificando un viaje futuro.
Si lo deseáis, podéis poneros en contacto con nosotros y pedirnos información, en lo que podamos os ayudaremos.
Por lo demás dejamos una reseña de 5 folios que sacamos de la página de Barrabes, es la que utilizamos nosotros durante la ascensión.
Un saludo y al lió!!
3 comentarios:
Grande aventura! um sonho.
Primico te tengo abandonao últimamente, y es que estoy mucho tiempo metio en los boquetes, jejeje.
Espero que sigas realizando escaladas como esta que reseñas aquí, y por supuesto puedas contarnosla para darnos envidia.
Un abrazo.
joer que maquinas que estais hechos...tiene que hacerse eso interminable.
Enhorabuena compañeros!!
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