Es bastante posible que valoremos más las cosas cuando nos privan por un tiempo de ellas y casi siempre, "no se siente el cebo hasta que por fin se pierde ni se echa de menos algo hasta que se pierde", y no es que hayamos perdido gran cosa estos días de lluvia y nubes, tan solo unas jornadas para disfrutar del campo y nuestro deporte, pero la falta de posibilidad y la incomodidad de salir al monte con tan mal tiempo nos ha enclaustrado en el gimnasio, en el panel o pegados al sillón tanto tiempo, que unas horas de actividad nos parecen la mejor expedición de todos los tiempos y unas pequeñas cascadas de hielo, las rutas más bonitas del año.
Así que, cargados con pocas cosas y sin prisas, fuimos a probar suerte con el siempre familiar hielo de la Sierra de Bejar, por el hecho de compartir estas marcadas jornadas en casita, con los amigos, sin bocata y en busca del rincón más escondido para poner en orden nuestras cabezas, relajarnos y recargar las pilas.
Lo que voy a contar no se si es cierto o no, si un sitio se llama así, o es el otro, pero a mi entender, para ponernos en situación y no hacernos pensar en una zona cuando realmente es la otra, existen en la Sierra de Bejar a la izquierda de la Plataforma del Travieso, dos marcados circos donde es posible escalar rutas de hielo, uno de ellos, el primero, es el conocido como "Los Canalizos" que se frecuenta a menudo, tanto por su corta aproximación como por la comodidad de sus vías, y el segundo menos frecuentado y poco conocido, es Hoya Mayor, donde vías un poco más salvajes pero tampoco extravagantes, buscan sitio entre diedros y canales.
Dicho esto y sin saber muy bien si he aclarado algo o lo he liado más, nos acercamos a Hoya Mayor, para ver que se mantenía en pie y buscar algo interesante, pero solo encontramos una línea que se salvaba de la inundación provocada por las altas temperaturas, el sol pegaba fuerte y ya nos estábamos arrepintiendo de haber dejado la crema en el cajón de casa, así que sin opción a elegir, escalamos lo que había, un línea de unos 35 metros que flirteaba entre la exposición y la verticalidad, jugando a un juego peligroso, donde caerse era mala opción.
Así que, visto lo visto, volvimos sobre nuestros nuestros pasos en busca de la segunda opción, encontrandonos más de lo mismo, es decir, una sola vía para escalar, y mucha agua recorriendo los llamativos churros que colgaban del techo.
Eso si, esta, con buen hielo plástico que fue un manjar para los piolets la gran cantidad de veces que la escalamos.
Echo el día y sin mucho más que contar, pues esas pocas horas ya nos habían aportado mucho más que las últimas tres semanas, en lo que a cuestión de escaladas se refiere, volvimos al mundo real, a ese en el que el trabajo es casi imprescindible y en el que cada uno tiene sus obligaciones y deberes, con las pilas cargadas para unos pocos días más y con la cabeza llena de pájaros que aplacar en las próximas salidas.
1 comentario:
aprieta todo lo ke puedas la maza de ese piolo y no se movera,parece ke no pero hace tope y no se pasa de rosca aunke parezca lo contrario...un saludo
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