Hay pocas cosas en la vida que perduren eternamente, a lo sumo, se transforman con el paso de los años, juguetean con los arrugas de la cara o buscan un rincón escondido donde contar los
minutos mientras la edad va dejando su huella.
A mi, como a muchos otros que se identificarán con esta entrada, el cambio me ha llegado de golpe, en espacio de días, he pasado de la dulce vida de estudiante universitario a la dura cotidianidad de currante asalariado.
Cambio estresante que en parte me ha impedido escalar y escribir tanto como me gustaría.
Una nueva ciudad, los amigos un poco más lejos, la familia un poco más cerca, nuevas responsabilidades, nueva rutina diaria, etc… generan un caos que poco a poco hay que ir colocando en su lugar.
Afortunadamente, estos primeros compases van remitiendo, disfruto enseñando a escalar a nuevas promesas en la escuela municipal de escalada, formando a los chicos de detección de talentos de la Fexme y a los del Grupo de Tecnificación de Alpinismo, y sobre todo, trabajando mano a mano con mis amigos, por el desarrollo de este magnífico deporte en nuestra región.
Aquí, espero encontrar tiempo para seguir contándoos historias, proponiéndoos retos y generando rutas, desde este rincón alejado de las grandes paredes que es Plasencia, con los ojos perdidos en las postales que presiden la pared de mi habitación, soñando con nuevas aventuras…
Por ahora me he de conformar con pasear por la ciudad, la vista rumbo al norte, esperando que el gélido invierno congele el tiempo, contemplando con ojos maravillados, el rojo fuego de un bello atardecer entre tus brazos.
A mi, como a muchos otros que se identificarán con esta entrada, el cambio me ha llegado de golpe, en espacio de días, he pasado de la dulce vida de estudiante universitario a la dura cotidianidad de currante asalariado.
Cambio estresante que en parte me ha impedido escalar y escribir tanto como me gustaría.
Una nueva ciudad, los amigos un poco más lejos, la familia un poco más cerca, nuevas responsabilidades, nueva rutina diaria, etc… generan un caos que poco a poco hay que ir colocando en su lugar.
Afortunadamente, estos primeros compases van remitiendo, disfruto enseñando a escalar a nuevas promesas en la escuela municipal de escalada, formando a los chicos de detección de talentos de la Fexme y a los del Grupo de Tecnificación de Alpinismo, y sobre todo, trabajando mano a mano con mis amigos, por el desarrollo de este magnífico deporte en nuestra región.
Aquí, espero encontrar tiempo para seguir contándoos historias, proponiéndoos retos y generando rutas, desde este rincón alejado de las grandes paredes que es Plasencia, con los ojos perdidos en las postales que presiden la pared de mi habitación, soñando con nuevas aventuras…
Por ahora me he de conformar con pasear por la ciudad, la vista rumbo al norte, esperando que el gélido invierno congele el tiempo, contemplando con ojos maravillados, el rojo fuego de un bello atardecer entre tus brazos.
Al lío!!!